Yo que tú no entraría.
Es falsa su aparente indiferencia.
El tacón el talón duele
ese clavo.
Así que siempre esperan
la venganza. Lo que brilla en sus labios
no es la perfección
ni la elegancia: es el caldo
caliente
del último festín.
Pon un pie en su terreno:
verás toda la furia lanzarse
sobre ti: la gran voracidad: ni huella
del discreto paseante.
Aquélla, la desnuda, la fría sin cabeza…
Yo que tú, casi, tú, casi no miraría
mucho tiempo.
Ada Salas
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