Desde la calle una ventana siempre es una puerta. Una puerta hacia dentro. Adentro de otras vidas. Vidas de quién, de quiénes, distintos, suponemos, de nosotros. La escalera nos llama: un, dos, tres, cuatro: cuatro pisos, cuatro puertas, cuatro signos. Cuatro por cuatro por cuatro. Son tantos los viajes sentada aquí, enfrente de esta luz que se repite –cuatro por cuatro por cuatro- haciendo ¿realidad? ese edificio.
Ada Salas
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