Julieta

Julieta

Año 2020, una terrible pandemia afecta a toda la humanidad.  Un virus se corona como dueño y señor del universo trastocando toda la civilización. El ser humano desaparece como especie del planeta Tierra. El perro ocupa su lugar y de todo el legado heredado tan sólo elige la cultura, la palabra y el amor. Esta es su primera representación.

Fundido a negro…Drama distópico en tres actos.

La elaboración del cartel de la XXXI edición del Festival de Teatro Clásico de Cáceres ha requerido para el autor indagar territorios artísticos no transitados como el retrato fotográfico y el trabajo artístico con animales. Experiencias realmente interesantes y gratificantes que han supuesto un gran reto al llevar al escenario a personajes tan identificables como Romeo y Julieta, encarnados a través de “Don”, un inquieto y juguetón Braco de Weimar y “Gorda”, una Galga astuta, dulce y sutil que pisaron la escena del Gran Teatro de Cáceres para dejar constancia de sus cualidades dramáticas. Es en este escenario, el Gran Teatro de Cáceres, en su oscura caja escénica y con la iluminación de un reflector colgando de las varas, donde fueron realizados los retratos de inspiración barroca que se convierten en la imagen de esta edición del Festival y que personifican con gran expresividad y sensibilidad esta pareja de perros.

En estos momentos en los que una pandemia hace temblar los cimientos de nuestra civilización y pone en evidencia la fragilidad de la especie humana, el autor elige a la especie canina personificándola, reivindicando de esta forma un papel protagonista que rara vez ha tenido. Se considera que el perro fue el primer animal domesticado por el hombre como guardián, cazador y compañero. A través de todos estos significados podemos encontrarlo representado en el arte o en la literatura, como en la ejemplar novela de Cervantes “Coloquio de perros”, en la que se vale de la figura de dos animales, Cipión y Berganza, para, a través de su mirada, realizar una feroz crítica de la condición humana y su capacidad de corrupción. 

Frente a ello, frente a esa voluble condición de lo humano, frente a esa constante necesidad del “tener”, nos encontramos con la nobleza y la lealtad como actitud del “ser” que caracteriza al perro. Quizá sea el momento de aprender de él.